Introducción a la etimología y sus curiosidades

La etimología es el estudio del origen de las palabras y cómo el significado de las palabras ha cambiado a lo largo de la historia. Consigamos meta y tomemos la palabra «etimología» como ejemplo. «Etimología» se deriva de la palabra griega etumos , que significa «verdadero». Etumologia fue el estudio de los «verdaderos significados» de las palabras. Esto se convirtió en «etimología» a través de la etimología del francés antiguo . Todo eso es bastante sencillo, pero hay muchas, muchas palabras en el idioma que tienen orígenes inesperados y fascinantes:

  • Aguacate: La palabra aguacate proviene del náhuatl ahuacatl, que significa testículo. ¿Sorprendido? Quizás, pero cuanto más se piensa en ello, menos sorprendente se vuelve: se parecen bastante a la debilidad de un hombre, y esta semejanza se vuelve aún más pronunciada cuando ves dúos de aguacates colgando torpemente de los árboles.
    El náhuatl es el idioma de los aztecas y todavía lo hablan aproximadamente 1,5 millones de personas nativas de México y otras partes de América Central. El aguacate no es la única palabra náhuatl que ha sido tomada prestada por nuestro idioma: chile, chocolate, tomate y guacamole también fueron acuñados por hablantes de náhuatl. De hecho, el –mole de guacamole se deriva del náhuatl molli, que significa salsa.
  • Capuccino: La próxima vez que intentes coquetear con alguien en tu cafetería local, impresiona con esta anécdota caprichosa sobre el origen de la palabra capuchino: es el diminutivo de la palabra cappuccio , que significa «capucha» en italiano. ¿Se pregunta cuál es el vínculo entre una (pequeña) capucha y un capuchino? Uno no debe mirar más allá de los monjes capuchinos, cuyos hábitos encapuchados eran de un marrón roble oscuro similar al color de un buen capuchino.
    El primer uso registrado de la palabra fue en 1790 en Viena, Austria. Wilhelm Tissot anotó una receta para un exquisito Kapuzinerkaffee (literalmente “café capuchino”), que era bastante diferente en constitución a su sucesor actual, que contenía azúcar, nata y yemas de huevo. La receta actual, algo simplificada, ahora consiste en espresso y leche espumosa, pero todavía hay partes de Austria donde puedes pedir un buen Kapuziner .
  • Salario: La palabra «salario» proviene del latín salarium , que significa «dinero salado». En la antigüedad, la sal se usaba para muchas cosas importantes y a menudo se la denominaba «oro blanco». Ya en el Imperio egipcio, a los trabajadores se les pagaba con sal que podían usar para conservar sus alimentos. El Imperio Romano siguió utilizando esta forma de pago y tomó el nombre de “salario” para “lo que se entregaba a los trabajadores al final del mes laboral”, lo que agrega una nueva dimensión a la noción de solvencia de una empresa.
  • Whisky: Los monjes medievales lo llamaron aqua vitae , que significa «agua de vida». La expresión se transformó en uisce beatha cuando se transfirió al gaélico. A medida que pasó el tiempo y la palabra se cambió al inglés, uisce evolucionó a uigeusque y luego uisky , que tiene un parecido obvio y cercano a «whisky»

¿A saco, o con seducción medida?

Esta es una duda que mucha gente tiene a la hora de ir a ligar, sobre todo si se quiere tener éxito y uno piensa en irse a la cama acompañado, y no precisamente para contar ovejitas. Si te has decidido ya por una chica, y no piensas más que en tener sexo con ella, ¿cuál es la estrategia correcta, ir a saco diciendo directamente lo que quieres, o bien dar rodeos con una buena parla y envolverlas con tu prosa, hasta que cae rendida a tus pies o directamente acepta tus proposiciones para no seguir escuchándote?

Bueno, realmente lo ideal sería hacer las dos cosas, pero las relaciones de parejas son muy complicadas, y las mujeres, todavía más. A veces, si pillas a una que tiene muy claro que sólo quiere rollo de una noche, está claro que eso de que vayas directo al asunto sin andarte con rodeos le va a venir de perlas; pero cuidado, porque incluso a las chicas así les puede ir un poco de romanticismo, y no escuchar tan claro que sólo quieres follar, aunque lo sepan de sobra. Yo creo que nunca están de más algunas palabras cursis, porque está claro que muchos grandes conquistadores (amorosos, se entiende) de la historia han triunfado gracias a su labia, dígase Don Juan, Casanova o Cyrano. Claro que los tiempos han cambiado, pero ¿quién dice que el espíritu femenino también lo ha hecho?

Mi consejo es que siempre empecéis con algo de encanto y alguna que otra palabra amables; aunque cuidado con los piropos, las chicas se han puesto muy exquisitas, y por menos que nada se ofenden o te cruzan la cara en menos que canta un gallo, todo depende que la prenda con la que te encuentres. Luego, depende de su reacción a vuestros intentos, ya podréis decidir si son de las de rosa y cena o de las que directamente llevan el condón en el bolso; ya, ya sé que no habéis conocido a muchas de este segundo grupo, pero os aseguro que existen y que cada vez son más numerosas. De todas formas, nunca está de más quedar como un tipo cultivado, que tiene en la cabeza otras cosas aparte del sexo, aunque en realidad no sea así.

Confusión o mentira, según de quién dependa

Conectando con la ultima parte del artículo anterior, y hablando de los malentendidos, hay que decir que en estos casos no influye tanto el significado de las palabras como la intención con la que se dicen. Todas las figuras literarias, tanto semánticas como gramaticales, de las que goza nuestro idioma, hacen que no siempre se entienda lo que queremos decir, o digamos las cosas de manera diferente a como queremos que se entiendan, estén bien usadas o no lo estén.

Pero estos llamados malentendidos o confusiones, no sólo de deben achacar a las palabras, ya sea a su semántica o a su gramática, porque hay algo más que puede hacer que no dicho no sea siempre lo entendido: y esto es la intención con las que se usan. Y esa intención, no sólo del que habla, sino también del que escucha, es lo que puede marcar la diferencia entre algo que no se ha entendido bien y una flagrante mentira. ¿Os habéis parado a pensarlo alguna vez?

En el caso de las confusiones, el error suele ser del receptor, ya sea porque no entiende el significado de lo que se le está diciendo, o porque no entiende el sentido, que también puede pasar. Como ejemplo, puedes decirle a tu chica en un día cualquiera que está guapa; son palabras sencillas de entender y que no dan lugar a muchas interpretaciones, pero sin embargo ella puede tener la impresión de que hay ironía en tus palabras si en ese momento lleva algo que no la hace sentir muy segura de sí misma, o directamente pensar que si hoy está guapa, ¿cómo está los demás días, hecha un mamarracho? Como digo, todo esto sucede en la mente del que oye.

La mentira, sin embargo, es el caso distinto: el emisor suelta la información y usa correctamente las palabras sabiendo que lo que va a decir es totalmente incierto, con toda la intención; y el que escucha asimila perfectamente lo que ha oído, pero o bien sabe que es una patraña, lo cual estaría bien, o no tiene ni idea de que es un camelo con todas sus letras, pero de una forma objetiva, sin ninguna clase de interpretación. A nadie le gusta ser engañado, pero está claro que, en este caso, la mala fe sale del que habla y de sus malas intenciones.

Como veis, hay una diferencia grande entre un malentendido y una mentira intencionada, aunque a veces se quiera disculpar la segunda haciéndola pasar por lo primero. Aquí el significado de las palabras no influye mucho, y aunque no quiera parecer un derrotista, poco se puede hacer para ser una víctima de las mentiras, y tampoco mucho más para no sufrir un malentendido. El único consejo, seguir hablando y usar las palabras con propiedad.

Curso de japonés para frikis

Hace unos años que todo lo oriental está de moda (tengo un amigo que dice que un día los chinos nos invadirán, y voy camino de darle la razón), y las academias de lenguas como el japonés y el chino se están poniendo de rabiosa actualidad. No es de extrañar, tampoco; China se ha convertido en una potencia económica mundial, y el auge del manga y el anime japonés en la cultura occidental ha hecho que todos estemos muy interesados en estos idiomas que cada vez tienen más incidencia en el nuestro propio.

¿Pero es coincidencia, locura del momento o algo más? Bueno, como nunca está de más aprender otras lenguas, y como siempre hay algún que otro friki que se aprovecha del momento para mostrar su ingenio en los temas más diversos como éste, hay va un ejemplo de que sólo hay que ponerse a ello si se quiere aprender alguno de estos idiomas orientales:

Resulta que este caballero se ha entretenido en recopilar algunas palabras que suenan igual en español que en japonés, una buena manera de relacionar ambos idiomas y hacer que su aprendizaje se haga más ameno. Ojo, sólo se pronuncian igual, en la mayoría de los casos no tienen la misma grafía, y por supuesto el significado es diferente; tanto, que sólo por la diferencia y la gracia que nos puede hacer, seguro que en nuestra memoria se graba más de una de ellas.

Aunque suene a coña, no está de más hacer que estudiar otras lenguas, sobre todo cuando se nos hacen algo complicadas por las grafías o por su gramática, sea algo divertido, y echar mano de esta serie de truquillos para conseguirlo. No, si al final va a resultar que los frikis tienen una función social después de todo, jeje (por lo menos, yo ya me he quedado con unas cuantas palabras, ¿será eso el nivel básico de japonés?).

Aprendiendo a usar las palabras con propiedad

El español es un idioma antiguo, milenario para decirlo con propiedad, que ha bebido de innumerables fuentes y surtido de muchas lenguas que han ido llegando hasta nosotros, y aún hoy en día sigue así, adaptándose y uniendo a nuestro vocabulario palabras de otros idiomas que cada vez están más en boga y la gente usa a diario, en ocasiones sin saber siquiera bien lo que significan.

Precisamente por esta última razón me animo a escribir este blog. Y es que me he dado cuenta últimamente que la gente tiende a hablar, hablar y hablar sin conocer en realidad el significado de las palabras que dice. Ojo, no es un problema de lucidez, ni tampoco de mal entendimiento: es sólo que poco a poco hemos ido viciando nuestro propio idioma, a veces por casualidad, pero el mal uso se ha ido generalizando hasta llegar a un punto en el que el fallo se ha hecho costumbre sin que nos demos cuenta.

Usar el diccionario en plan literal es un coñazo total, y no se trata de eso, sino más bien de saber qué significa exactamente la palabra que usamos para definir tal cosa: de dónde viene, qué era lo que quería decir originariamente, y cuánto hemos sido capaces de desvirtuarla. Y no es que esto último sea necesariamente malo, hay que tenerlo en cuenta: un idioma vivo puede cambiar y transformar vocablos, por falta de uso o simplemente por variación, y no me digáis que con los millones de personas que hablan español en el mundo, éste no lo es.

Claro que me estoy dejando atrás un punto muy importante, algo en lo que nuestro idioma es bastante rico, y es el doble sentido. El español tiene la figura de la ironía, pero no es lo único que puede llevar a confusión, dado el sentido jocoso que puede llegar a tomar nuestro idioma. También es importante conocer esto, saber cuántas formas hay de decir una misma cosa, o cuántos significados puede llegar a tener una palabra o frase hecha. Usar con propiedad la riqueza de nuestra lengua es algo importante,  y no nos hace unos frikis, por mucho que se pueda pensar eso.

Así que, si realmente tenéis curiosidad por saber un poco más de nuestra lengua madre y conocer el significado de las numerosas palabras, frases hechas y expresiones con las que contamos, no dejéis de pasaros por aquí; al menos, el entretenimiento estará asegurado, y quien sabe, quizá también algo de conocimiento.